Aprender de Corea del Sur

8/29/2011

Corea del Sur es un ejemplo de rápido crecimiento económico y excelentes resultados educativos. Hasta comienzos de los años ochenta, Corea tenía un bajo nivel de desarrollo económico, comparable con el desarrollo observado, en aquella época, de los países latinoamericanos. Sin embargo, tras un crecimiento anual sostenido de 6%, hoy no es sólo uno de los países más desarrollados del mundo, sino además, uno de los de menor desigualdad.

En educación, Corea del Sur a mejorado sistemáticamente sus resultados y en la última prueba PISA (2009) ocupó los primeros lugares entre los países participantes. Consideremos que a mediados de los años 70, sólo el 7% de los estudiantes alcanzaba la educación superior, y hoy lo hacen sobre el 70%.

Todo esto es doblemente interesante si consideramos que Corea del Sur es un país pequeño, con menos de 100 mil kilómetros cuadrados y limitado acceso a recursos naturales. Un factor central en este crecimiento ha sido la inversión en educación y fortalecimiento del capital humano, en donde las tecnologías para la educación han tenido un papel muy relevante. 

 Hay tres factores que destacan cuando nos preguntamos por claves que puedan servir a América latina, a partir de la experiencia coreana:

  • La educación tiene un alto valor cultural y social. El consenso de la sociedad sobre la relevancia de la educación es total, y por tanto, la disposición de todos para dedicar atención, prioridad y recursos, es indiscutible. 
  • La educación es parte central y de largo plazo para el diseño de las políticas públicas. Las estrategias de desarrollo nacional y de educación están íntimamente entrelazadas, y los planes maestros de educación, desarrollados cada cinco años, permiten alinear y actualizar las iniciativas, siempre en una lógica de enorme integración sistémica de cada una de ellas. 
  • La educación, y particularmente la enseñanza, constituye una profesión altamente respetada, profesionalizada y por lo tanto, bien remunerada. Sólo los estudiantes graduados en el 5% superior en la escuela secundaria pueden ingresar a la carrera docente, y los salarios son consistentes con esta alta calidad y profesionalización. Al ingresar al mercado laboral, los docentes coreanos reciben un salario que es casi tres veces el de los docentes de Chile, que es el país que paga mejores salarios en América Latina. En promedio, tras quince años de carrera, cercana supervisada y evaluada, los docentes coreanos incrementarán sus ingresos en un 80%. 

Parte relevante del esfuerzo coreano ha contado con una clara apuesta por aprovechar las tecnologías para la educación. Los planes maestros anuales han definido para cada etapa, un uso preciso de cada tecnología disponible. Por ejemplo, el plan Maestro 1996-2000, puso énfasis en la infraestructura para la conectividad a Internet y la formación de los docentes; el Plan 2001-2005, se concentró en el desarrollo de contenidos educativos (textos escolares digitales y apoyo para el hogar) y el sistema de información escolar (NEIS); el Plan 2006-2010 se focalizó en el uso de móviles para un aprendizaje ubicuo y una renovación de la formación docente para concretarla en nuevas prácticas educativas.

Recientemente, Corea del Sur ha anunciado en su nuevo Plan Maestro, que dejará de lado los textos escolares impresos, y que en adelante, los reemplazará por textos digitales, ricos en contenido multimedia y actividades interactivas, para lo cual, los estudiantes accederán a tablets conectadas permanentemente a Internet. Esta medida, como se puede apreciar claramente, no es el resultado de una improvisación de último minuto, una concesión a la moda, ni un derroche de recursos con fines electorales. Es más bien una nueva fase natural, de un empeño sostenido y sistemático.

El éxito de Corea del Sur es el resultado de este esfuerzo sostenido por políticas coherentes y de largo plazo, en donde las tecnologías juegan un rol, no como las protagonistas solitarias de un esfuerzo desesperado, sino como el apoyo necesario para producir los resultados educativos que se buscan. Es cierto que en nuestra región enfrentamos otros desafíos, desde diferentes experiencias y culturas. Pero algunas cosas tenemos que aprender desde Corea.

 (Texto escrito en colaboración con Christine Capota)

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