Los niños que aprenden solos
6/13/2011
En el año 2006, el profesor universitario Sugata Mitra, decidió hacer un experimento. Empotró en la pared de su oficina, que daba a una población marginal de la India (un "slum"), un computador conectado a Internet, y lo dejó allí para que los niños lo usaran libremente. En los años siguientes repitió la experiencia en unas 20 comunidades en su país, y luego, perfeccionando la experiencia, la aplicó en varios países. "La aventura de los niños que aprenden por sí mismos" es el título del inspirador video en TED en que se puede conocer de primera fuente los detalles de esta experiencia.
Los resultados fueron maravillosos e interesantes. Los niños aprenden solos, sin ayuda de los adultos. Motivados por preguntas y por la posibilidad de indagar, investigar, descubrir, los niños aprenden. Es difícil de creer, pero funciona. El mismo Sugata Mitra ha popularizado una lúcida frase de Arthur Clarke: "Si un profesor puede ser reemplazado por un computador, ese profesor debería ser reemplazado". En otras palabras, allí donde hay buenos profesores, excelente. Allí donde no hay profesores o no son buenos, las tecnologías pueden ser un apoyo indispensable para producir aprendizajes significativos. Y no por las tecnologías en sí mismas, sino por su potencial para habilitar nuevos procesos pedagógicos.
Sugata Mitra estuvo esta semana en un seminario en Chile. Allí tuve el honor de hacer una presentación y participar de una mesa redonda en la que profundizamos en las lecciones de su trabajo y sus proyecciones para la educación, en Chile y América Latina.
Hay cuatro aspectos que me parece están en la propuesta de una "educación mínimamente invasiva" como la llama el propio Mitra, que resulta importante considerar:
1. El foco en los estudiantes y sus aprendizajes: no perder nunca de vista que la educación es acerca de cada niño y niña, de ofrecerles espacio y experiencias de aprendizaje que les permitan desarrollar su enorme potencial. Confiar en los niños, darles oportunidades.
2. Reencantar con el aprendizaje: recuperar el entusiasmo, el interés, las motivaciones intrínsecas de los estudiantes, dejarlos expresarse y descubrir, crear y comunicar. Despertar en ellos la curiosidad, dejarlos intentar, equivocarse, buscar caminos.
3. Ubicuidad: aceptar que la educación no es algo que pasa en las salas de clases, sino que es una experiencia propia de la vida de todos, especialmente niñas y niños, que nos acompaña las 24 horas del día y todo el año. El mundo, la ciudad, los medios, el barrio, están llenos de oportunidades educativas desperdiciadas. La educación no es un momento del día, es una actitud para relacionarse con el mundo y con los otros.
4. Las tecnologías habilitan estos cambios. No son ellas, en sí mismas, las que hacen la diferencia y el cambio, pero nos dan excusas y oportunidades para cambiar, ofrecen herramientas para personalizar la oferta educativa a cada estudiante, para entusiasmar a cada uno de los involucrados, para estar presente en cada espacio y momento.
A mí me parece que experiencias de este tipo pueden ser una oportunidad en América Latina, al menos en cuatro contextos:
1. Donde no hay escuelas ni docentes, en zonas alejadas o rurales.
2. Donde hay escuelas, pero los estudiantes, especialmente los jóvenes en edad de asistir a la escuela secundaria, abandonan o son rechazados por las escuelas, permitiendo modalidades flexibles de educación.
3. Donde hay escuelas y estudiantes que asisten a ellas, pero la calidad educativa presenta importantes déficits. Por ejemplo, es conocida la dificultad para la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y el inglés en nuestro continente.
4. Donde hay población adulta (mayores de 18 años) que abandonaron la escuela y que pueden tener una segunda oportunidad para alcanzar niveles educativos que les abra oportunidades.
Hay que agradecer a la Fundación CETHUMS por el regalo que ha hecho a Chile y a los cientos de asistentes al seminario de este viernes, invitando al Profesor Mitra a compartir su experiencia y sus hallazgos. Pensar en caminos diferentes, innovar y cambiar, para ofrecer una educación de calidad a todos los niños y niñas, en especial a quienes hoy tienen menos oportunidades, es un desafío urgente.
Los resultados fueron maravillosos e interesantes. Los niños aprenden solos, sin ayuda de los adultos. Motivados por preguntas y por la posibilidad de indagar, investigar, descubrir, los niños aprenden. Es difícil de creer, pero funciona. El mismo Sugata Mitra ha popularizado una lúcida frase de Arthur Clarke: "Si un profesor puede ser reemplazado por un computador, ese profesor debería ser reemplazado". En otras palabras, allí donde hay buenos profesores, excelente. Allí donde no hay profesores o no son buenos, las tecnologías pueden ser un apoyo indispensable para producir aprendizajes significativos. Y no por las tecnologías en sí mismas, sino por su potencial para habilitar nuevos procesos pedagógicos.
Sugata Mitra estuvo esta semana en un seminario en Chile. Allí tuve el honor de hacer una presentación y participar de una mesa redonda en la que profundizamos en las lecciones de su trabajo y sus proyecciones para la educación, en Chile y América Latina.
Hay cuatro aspectos que me parece están en la propuesta de una "educación mínimamente invasiva" como la llama el propio Mitra, que resulta importante considerar:
1. El foco en los estudiantes y sus aprendizajes: no perder nunca de vista que la educación es acerca de cada niño y niña, de ofrecerles espacio y experiencias de aprendizaje que les permitan desarrollar su enorme potencial. Confiar en los niños, darles oportunidades.
2. Reencantar con el aprendizaje: recuperar el entusiasmo, el interés, las motivaciones intrínsecas de los estudiantes, dejarlos expresarse y descubrir, crear y comunicar. Despertar en ellos la curiosidad, dejarlos intentar, equivocarse, buscar caminos.
3. Ubicuidad: aceptar que la educación no es algo que pasa en las salas de clases, sino que es una experiencia propia de la vida de todos, especialmente niñas y niños, que nos acompaña las 24 horas del día y todo el año. El mundo, la ciudad, los medios, el barrio, están llenos de oportunidades educativas desperdiciadas. La educación no es un momento del día, es una actitud para relacionarse con el mundo y con los otros.
4. Las tecnologías habilitan estos cambios. No son ellas, en sí mismas, las que hacen la diferencia y el cambio, pero nos dan excusas y oportunidades para cambiar, ofrecen herramientas para personalizar la oferta educativa a cada estudiante, para entusiasmar a cada uno de los involucrados, para estar presente en cada espacio y momento.
A mí me parece que experiencias de este tipo pueden ser una oportunidad en América Latina, al menos en cuatro contextos:
1. Donde no hay escuelas ni docentes, en zonas alejadas o rurales.
2. Donde hay escuelas, pero los estudiantes, especialmente los jóvenes en edad de asistir a la escuela secundaria, abandonan o son rechazados por las escuelas, permitiendo modalidades flexibles de educación.
3. Donde hay escuelas y estudiantes que asisten a ellas, pero la calidad educativa presenta importantes déficits. Por ejemplo, es conocida la dificultad para la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y el inglés en nuestro continente.
4. Donde hay población adulta (mayores de 18 años) que abandonaron la escuela y que pueden tener una segunda oportunidad para alcanzar niveles educativos que les abra oportunidades.
Hay que agradecer a la Fundación CETHUMS por el regalo que ha hecho a Chile y a los cientos de asistentes al seminario de este viernes, invitando al Profesor Mitra a compartir su experiencia y sus hallazgos. Pensar en caminos diferentes, innovar y cambiar, para ofrecer una educación de calidad a todos los niños y niñas, en especial a quienes hoy tienen menos oportunidades, es un desafío urgente.
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