Pregúntenle a Fullan

5/17/2011

Si yo fuera ministro de educación, o vice-ministro, o asesor de alguno de ellos, les recomendaría que contrataran a Michael Fullan. No lo conozco, pero he leído algunos de sus libros y me parece que si alguien quiere liderar un ministerio de educación, y hacer cambios de verdad, centrados en los aprendizajes de los estudiantes, considerando sintéticamente todos los factores, hay pocos con una visión más completa y calificada que la de Fullan.

Fullan no es solo un intelectual, profesional de la educación, sentado en una biblioteca desde la que nos ilumina con opiniones inteligentes. Ha trabajado directamente en procesos de reforma en varios países y distritos escolares. Sabe de qué se trata, de las complejidades y las dificultades.

En su último libro, All system Go, propone desarrollar reformas educativas que abandonen el paradigma tradicional de estándares-evaluación-garrotes. También advierte de la falta de efectividad de dos tipos de medidas típicas de los procesos de reforma. El primero es no considerar la complejidad de los sistemas educativos, y sobresimplificar las medidas que se toman. El segundo, es proponer enfoque parciales, que atacan un problema a la vez, o peor aún, lo atacan con muy pocas escuelas, docentes y estudiantes, y no con todo el sistema al mismo tiempo (de ahí el título).

A cambio, sugiere que los procesos de reforma deben considerar simultáneamente a los diferentes actores y niveles implicados. Como no es fácil moverse en el espacio de la complejidad, propone los cinco aspectos clave que en su experiencia están detrás de un proceso exitoso de reforma educativa:

1. Propósito moral: la descripción de los objetivos que se persiguen con la reforma, descritos de manera clara, transparente, directa, simple. Se trata de principios fundamentales que permitirán alinear los siguientes cuatro aspectos. Además, debe poner altas expectativas para TODOS los estudiantes (no solo para una selección de ellos). El propósito moral de una reforma, conocido por cada actor del sistema educativo, debe apuntar alto en las expectativas, cerrar las brechas de quienes están más retrasados y, sobre todo, incluir a todos los estudiantes en él. Cada acción, estrategia y política debe ser diseñada y experimentada de una manera que automática y constantemente recuerde a la gente que la educación tiene un propósito moral de la máxima importancia, para cada persona y para la sociedad.

2. Liderazgo decidido: no va a ser fácil conducir el proceso, en ninguno de sus niveles, ni en el ministerio, ni a nivel local, ni en la escuela misma. Eso requiere un liderazgo que considere seis condiciones: un intenso entusiasmo, compromiso personal de los líderes, contar con los profesores, poner el foco en la enseñanza, mantener la presión en torno a las metas, mostrar resultados para invertir más.

3. Responsabilización inteligente: todos hablan de responsabilización (accountability) y todos suponen que se hace de manera inteligente, pero no siempre es así. Fullan propone que una responsabilización inteligente debe poner más acento en los incentivos que en los castigos, invertir en entregar las capacidades para que cada uno cumpla su tarea, fortalecer las capacidad colectivas (responsabilización interna), especialmente al comienzo, evitar la actitud de juzgar y castigar, transparentar los datos acerca de las prácticas y los resultados, intervenir más intensamente donde más se requiere.

4. Crear capacidades colectivas: las reformas tienden a fortalecer las capacidades de cada profesor, o cada director, apostando a que la suma de esos esfuerzos individuales contribuirá a mejorar los resultados. Fullan propone poner más atención a la construcción de capacidades colectivas, en las escuelas, en el nivel local, y en los propios ministerios de educación, de manera de fortalecer así la colaboración.

5. Crear capacidades en las personas: una vez que se han fortalecido las capacidades colectivas, nos encontraremos con que muchos de los actores requieren desarrollar mejores capacidades para el cumplimiento de su tarea, en el contexto que la reforma les plantea. Es muy importante este apoyo, especialmente centrado en mejorar la enseñanza y el aprendizaje.

Si uno considera cada uno de los elementos que plantea Fullan por separado, podrá notar que ninguno es sumamente original o innovador. El asunto aquí es la integridad. Fullan propone que estos elementos sean considerados como componentes de una sola reforma, que los articula en torno a los aprendizajes.

Recuerdo hace algunos años a José Joaquín Brunner presentando unos cuadros en que trataba de saber qué tenían en común los sistemas educativos más exitosos. Y lo interesante era que eran muy distintos entre sí, unos eran centralizados, otros no, unos casi enteramente públicos, otros mayoritariamente privados; unos multiculturales y multilingüísticos, otros unitarios. No había ningún punto en común entre ellos, salvo que cada uno tenía una rigurosa consistencia interna, que permitía alinear todas las políticas, y no simplemente sumar medidas y acciones.

Creo que lo que Fullan propone va en la misma línea. Las reformas educativas, indispensables en nuestra América Latina, requieren aprender lo esencial de la experiencia exitosa de países y distritos en el mundo: foco y consistencia. Si todavía tienen dudas, pregúntenle a Fullan.

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