Modelos 1 a 1 en educación: Balance, Perspectivas y desafíos

3/03/2010


La Conferencia Internacional sobre Modelos 1 a 1 en educación, organizada conjuntamente por el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la OECD, y acogida por el Ministerio de Educación de Austria, ha sido una excelente ocasión para repasar el estado del arte en la implementación de este tipo de estrategias en el mundo.

La cobertura que hicimos del evento, en este blog (resúmenes de sesión 1, sesión 2 y sesión 3) y a través de Twitter, permite visualizar la enorme cantidad de experiencias presentadas, cada una con sus propias características y contextos. Sin duda, la oportunidad de tenerlas a todas reunidas en un sólo momento y espacio, ha sido de una ganancia enorme para sus responsables y para los organizadores.


Destacada participación tuvo la delegación de América Latina. Invitados por el BID expusieron Alicia Bañuelos (San Luis, Argentina), Fernando Brum (Plan Ceibal, Uruguay), Oscar Becerra (Una computadora por niño, Perú), Franklin Dias Coelho y María Helena Cauteiro (Piraí Digital, Brasil), Cecilia Alcalá (Paraguay Educa, Paraguay), Patricia Sierra (Pies Descalzos, Colombia), Alejandro Piscitelli (Argentina) y Miguel Nussbaum (Chile).

El principal consenso de la conferencia fue que las estartegias 1 a 1 no representaban una solución en sí misma a los desafíos de la educación. La inversión en tecnologías para los estudiantes y los docentes son necesarias e imprescindibles, pero requieren el desarrollo de iniciativas amplias, aproximaciones holísticas y complejas, si quieren tener impacto verdadero.

En la misma línea, fue un gran consenso la necesidad de que las iniciativas para el uso de tecnología en educación deben proponerse mejoras en la calidad de los resultados educativos. La apuesta por este tipo de inversiones es costosa, especialmente para los países en desarrollo, por lo que hay que hacer esfuerzos especiales para asegurar que ese esfuerzo se traduzca efectivamente en oportunidades para una educación de mejor calidad. El objetivo de equidad en el acceso es importante, pero insuficiente para sostener el esfuerzo en el largo plazo.

En consonancia con el Marco Conceptual desarrollado por el BID, las conclusiones permitieron representar el impacto esperado de los modelos 1 a 1 en educación en cuatro ámbitos: motivación y compromiso de los actores, nuevas prácticas educativas, resultados educativos en materias básicas, y nuevas habilidades y competencias.

Respecto de la motivación y compromiso de los actores, todas las experiencias revisadas en los tres días del seminario dan cuenta de que se trata de un resultado que en el corto plazo puede trabajarse y medirse exitosamente. En cada una de las presentaciones, vimos cómo estudiantes, docentes, familias y la comunidad veían en estas iniciativas motivos para el entusiasmo y el involucramiento. Las encuestas a cada uno de esos actores, entrevistas, tasas de asistencia, deserción y matrícula, consistentemente revelan que efectivamente se produce un impacto casi inmediato en este ámbito.

Menos evidente es el impacto que hasta ahora puede demostrarse en el cambio de prácticas educativas. Ni las experiencias más tradicionales, en que se implementaron los proyectos desde arriba y con estrategia de cascada, ni las más radicales, en que se entregaron los dispositivos a los estudiantes masiva y rápidamente, han documentado ni evaluado los cambios producidos, y en muchas ocasiones, ni siquiera han sido previstos ni preparados. El consenso en cuanto a que, para el impacto en los aprendizajes, es condición que la introducción de dispositivos cambie las prácticas de docentes, estudiantes, familias y escuelas, hace urgente prever y medir este aspecto con mucho mayor rigurosidad.

Varios países han medido o están midiendo el impacto de la introducción de modelos 1 a 1 en la adquisición de conocimientos curriculares básicos (matemáticas, lenguaje, ciencias), pero muchos aún no lo han previsto. Los impactos encontrados en general son positivos, pero moderados. También hubo consenso en la necesidad de profundizar en la aplicación de instrumentos que permitan medir, pero sobre todo, formas de ajustar mejor la oferta de los dispositivos de manera que efectivamente aporten nuevas aproximaciones didácticas y metodologías para la enseñanza de estas materias.

Finalmente, sobre el desarrollo en los estudiantes de habilidades de nivel superior, también llamadas "Competencias del siglo XXI", apoyadas en la introducción de este tipo de estrategias, hubo consenso en su necesidad y en la falta de conocimiento e instrumentos específicos que permitan su desarrollo y medición. Hay gran esperanza en el trabajo que ha iniciado un consorcio de Universidades al respecto (www.atc21s.org) y que debiera ofrecer resultados a partir de este año.

En síntesis, los países están invirtiendo en iniciativas 1 a 1 en educación a pesar de todas las limitaciones descritas. Más allá de la "falta de evidencia", el modelo es percibido como una muy atractiva oportunidad para remecer los sistemas educativos y abrir nuevas opciones de cambios profundos que mejoren la calidad de sus resultados.

Para ello, será necesario que el entusiasmo y compromiso inicial que despierta este modelo en los actores, se enfoque crecientemente en el cambio de las prácticas educativas, de manera de hacerlas pertinentes a las nuevas demandas de los estudiantes y de la sociedad. Una educación más personalizada, más centrada en las características y condiciones de los alumnos, parece condición necesaria para producir mejores resultados de aprendizaje.

El Banco Interamericano de Desarrollo, junto a OECD y el Banco Mundial, continuarán trabajando juntos para monitorear y acompañar el esfuerzo de los países, publicando las principales ponencias y presentaciones, y organizando en un plazo de dos años, una nueva conferencia internacional que dé seguimiento a lo conocido en esta ocasión.

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